miércoles, 3 de abril de 2013

Médicos de renombre en Al-Andalus

Los médicos musulmanes realizaron importantes contribuciones al conjunto del conocimiento del cuerpo humano, que heredaron de los griegos. Ibn al-Nafis, por ejemplo, descubrió la circulación menor de la sangre cientos de años antes de Harvey. De entre todos ellos descollaron Avicena y Razes, cuyos retratos estaban expuestos en la escuela de medicina de la Universidad de París en el siglo XIV. 



    Alí al-Husain Ibn Siná (980-1037), llamado Avicena en Occidente, nació en Afshana, Bujara, la actual Uzbekistán. A la edad de diez años conocía perfectamente el Corán y la literatura en general, y había obtenido cierto grado de información en teología, aritmética y álgebra. Descubrió los sistemas de la tuberculosis y de la diabetes, estudió a fondo la psicología humana y estableció las bases para la correcta comprensión del funcionamiento del cuerpo humano. Distinguió también 15 tipos de enfermedades y prescribió 760 remedios. Asimismo, identificó la tuberculosis, la meningitis y otras inflamaciones e investigó las dolencias neurológicas. Fue un gran cirujano y diseñó óptimo instrumental quirúrgico.


    Otra figura sobresaliente fue Abu Bakr Muhammad ar-Razí (844-926), famoso en Europa con el nombre de Razes. Nacido en Rei (la antigua Ragha), a unos ocho kilómetros del Teherán de nuestros días, estudió química, alquimia y medicina en Bagdad y escribió 237 libros, la mitad de medicina, de los cuales sólo 37 han sido recuperados. Fundador de la obstetricia y primero en describir la viruela y el sarampión, con él nació la clínica tal y como se entiende actualmente. Demostró su habilidad en la prognosis y en el análisis de los síntomas, además de ser un buen experto en anatomía patológica. Ar-Razí introdujo nuevos remedios, como el ünguento mercurial y el empleo del hilo de tripa en las suturas. Sus numerosas invenciones, el alcohol y el ácido sulfúrico por ejemplo, transformaron la ciencia química. 

Alí al-Hasan Ibn al-Haitham, el Alhazen de los latinos, nacido en Basra (Irak) hacia 965 y muerto en El Cairo en 1039, ha sido llamado con justicia “el padre de la óptica”. Fue el primero en describir el ojo humano. Dio también una explicación de la visión binocular; estudió cuidadosamente los fenómenos de reflexión y de refracción, y se aproximó al descubrimiento del fenómeno del poder aumentativo de los lentes, hecho que tres siglos después encontró su explicación en Italia, y aún tres siglos más tarde su explicación teórica. 

Al-Andalus fue también una tierra de notables médicos: Albucasis, Avenzoar, Avempace, Maimónides, Averroes… 


En la primera mitad del siglo XII vivió el oculista Muhammad Ibn Qassum Ibn Aslam Al-Gafiqí, que nació cerca de Córdoba y practicó en dicha ciudad. Fue el autor de la "Guía del oculista", tratado compuesto por seis libros. A él se le debe el invento de las gafas. 





Al-Khatib (1333-1375), nacido probablemente en Loja (Granada), fue político, historiador, filósofo, místico, poeta y un médico muy afamado. Su "Libro de la Higiene según las estaciones del año" nos da informaciones sobre cómo combatir la peste bubónica. Se destacan también un importante trabajo sobre teorías de contagios y un famoso tratado de ginecología. 






Maimónides (1135-1204), nacido en Córdoba, fue uno de los más famosos médicos. En el período de emigración que siguió a la persecución de cristianos y judíos, Maimónides marchó a la corte de Saladino y alcanzó la protección del sultán, que le distinguió mucho; allí enseñó Medicina, Teología y Filosofía. Dejó escritos tratados sobre higiene, asma, hemorroides, venenos y antídotos, así como un compendio de Medicina que fue muy divulgado en Europa en épocas posteriores. 




Averroes (1126-1198) médico y filósofo y personaje de la máxima importancia en el pensamiento árabe occidental, fue uno de los máximos sabios de al-Andalus y del Islam occidental. Nació en una familia de abogados cordobeses, y tanto él como su padre y abuelo fueron cadíes de Córdoba. Su obra médica ha sido casi olvidada en su fama como filósofo. Sin embargo, fue uno de los más grandes médicos de su tiempo y el primero en explicar la función de la retina y en reconocer que un ataque de viruela confiere una inmunidad subsiguiente. 

Ibn Zuhr, conocido como Avenzoar (1095-1162), nació en Sevilla y residió durante un tiempo en El Cairo. Fue un médico original, que acumuló en sus escritos una gran cantidad de experiencias personales y que influyó bastante en los doctores del Renacimiento, siendo uno de los más estudiados en la Europa medieval. Su obra principal es un voluminoso tratado de Medicina general, el Teisir (editado múltiples veces en latín en los siglos posteriores), que incluye libros de Terapéutica, Patología e Higiene, con la descripción de numerosas enfermedades y afecciones. En esta obra se describe por primera vez el absceso de periocardio, se recomienda la traqueotomía y la alimentación artificial del esófago. Entre otras enfermedades, describe la sarna, cuyo parásito descubrió; también realizó estudios anatómicos sobre huesos, corrigiendo a sus antecesores. 


Contemporáneo de Avenzoar es el zaragozano Avempace (1106-1138). Perseguido por sus ideas, huyó a Fez, donde se dice que murió envenenado. Era, además de médico, muy entendido en Matemáticas y Astronomía. 






Al-Zahrawi, conocido como Albucasis (936-1013), fue el más famoso cirujano de la Edad Media. Era médico de la corte de Al-Hakam II, y su gran trabajo, el Tasrif (30 volúmenes), fue traducido al latín, convirtiéndose en un importante texto en las universidades europeas en la Alta Edad Media. Describe litografías, amputaciones oftálmicas y cirugía dental, así como el tratamiento de heridas y fracturas. Trató por primera vez o puso énfasis especial en la cauterización de las heridas y describió la formación de cálculos en la vejiga. También publicó la necesidad de la disección y la vivisección. Descubrió, además, el parásito de la filaria y fue el primero que operó la litotomía en la mujer.

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