La impronta más relevante y significativa del saber científico árabe está relacionada con las matemáticas. Nuestras actuales cifras “arábigas” llegaron a occidente gracias a la aportación islámica, aunque en sus orígenes remotos fueron hindúes. También es árabe el concepto de “cero” y el término “cifra”.
Su uso práctico y fácil acabó sustituyendo rápidamente (por lo menos a partir del siglo XIII) las incómodas cifras romanas. Entre los matemáticos de relieve cabe citar a Muhammad ibn Musa al-Hwarizmi, personaje del siglo IX cuyo nombre dio lugar a la palabra “logaritmo”; se le considera el padre del álgebra (palabra de origen árabe: Al-gabr) Al-Hwarizimi perfeccionó también un método para extraer raíces cuadradas y de sus estudios se consiguieron los avances mas destacados de la trigonometría.
Pero fue en España, en las escuelas de Córdoba, Sevilla y Granada, donde los árabes desarrollaron su labor matemática, y desde ellas, influyeron en el mundo cristiano, particularmente en Italia. La aportación científica de los griegos y la de los hindúes tuvieron cada una su carácter propio. Puede tal vez decirse lo mismo de la de los árabes. Su mayor mérito fue el de abrirse a los unos y los otros y hacer su síntesis, a partir de la cual iba a ser posible un nuevo punto de partida.
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